¿Qué aporta la IA a las telecomunicaciones y cómo impactará en la gestión de un negocio con creciente desafíos? En el primer artículo de esta serie de notas sobre IA se trató su impacto a nivel de la infraestructura y de los servicios. En esta nueva entrega, se abordará el estado de situación en la industria y las perspectivas futuras de la tecnología que revolucionará al mundo.
Cada período histórico tiene sus fantasmas. En la era de la información, de la conectividad global, la inteligencia artificial (IA) se erige como el enemigo de la humanidad. Remplazará el trabajo humano y las personas quedarán reptando en ámbitos oscuros como en las más apocalípticas películas de ciencia ficción. ¿Pero es tan así? ¿O hay oportunidad para valerse de ella y lograr espabilar a este fantasma? La respuesta es que sí. La enorme capacidad de analítica y de aprendizaje automático que habilita la IA, como nunca antes se había visto, abre nuevas alternativas. Hay que ir a buscarlas.
En el primer artículo sobre inteligencia artificial, integrante de una serie de entregas que realizará F1+, se efectuó una aproximación sobre las implicancias iniciales de esta tecnología sobre la industria de las telecomunicaciones. En artículos anteriores se mencionó el impacto de la inteligencia artificial a nivel de las infraestructuras y de los servicios. Es sobre este segundo aspecto sobre el que vale, esta vez, concentrarse: al potenciar el aprendizaje automático incrementa las posibilidades de adaptación. Esta identificación de patrones permite efectuar análisis predictivos y actuar en consecuencia, inclusive, en tiempo real.
Cómo aprovechar la IA en el sector de las telecomunicaciones forma parte de los desafíos actuales de la industria. No hay dudas de que permite mayores eficiencias en la operación además de habilitar mejoras en lo relativo a experiencia del cliente.
En tiempos donde las operadoras necesitan contar con nuevas fuentes de ingresos, valerse de la IA, integrarla en sus servicios, debe tener como uno de sus objetivos prioritarios la creación de casos de uso con valor agregado. Es el camino para monetizarla, especialmente en un contexto de despliegue de las redes 5G y la capacidad que ofrece esta tecnología para procesar en el borde, en el edge.
¿Qué aporta la IA a las operadoras de telecomunicaciones? Una enorme capacidad de analítica accionable, como nunca antes había sido posible obtener. Potencia el aprendizaje automático, además de la adaptación. Junto con su capacidad predictiva permite actuar rápidamente, inclusive en tiempo real.
Sin embargo, ni siquiera la buena disponibilidad de datos pareciera haber facilitado la creación de nuevos negocios. Un reciente informe de Analysys Mason advirtió que el principal problema que presentan las telcos hoy es que no pueden valerse de esos datos, de la calidad de esos datos, porque cuentan con sistemas viejos, legacy (de legado), con interfaces propietarias, que impiden integrar rápidamente la IA en sus redes.
Esta falta de datos de alta calidad es lo que, al mismo tiempo, impide llevar la automatización a una nueva etapa. El sondeo privado determinó que sólo un 6% de las operadoras creen que están en el nivel más avanzado de automatización, incluyendo al que se logra a través de algoritmos basados en inteligencia artificial.
No obstante, el 87% de los consultados aseveró que ha comenzado a implementar algún modelo de IA, en modo de prueba o en producción. Otro 57% aseguró que ya implementó un caso de uso concreto de servicio basado en IA hasta la producción.
Uno de los segmentos donde es más factible su aplicabilidad es en el de visión computarizada. Cualquier compañía de telecomunicaciones ofrece servicios de videovigilancia o monitoreo, apalancada en el uso de cámaras. Datos de la industria aseguran que el 95% del total de la información que registran las cámaras de video que pueden verse en la calle o en un predio específico no es analizada con IA. Es ahí donde se genera la oportunidad.
Aeropuertos, centros de distribución y de logística, y el retail, entre otros, son algunos de los verticales en los que es posible aplicar la analítica predictiva que ofrece la IA y potenciar la toma de decisiones.
Un ejemplo podría ser el de un estadio de fútbol, al que asisten miles de fanáticos, y en donde es necesario garantizar la seguridad de esas personas en los ingresos y egresos, y también mientras están participando de esa actividad. La IA puede ayudar a analizar el movimiento de las personas en el estadio, generar métricas en tiempo real sobre su circulación y proteger, al mismo tiempo, la privacidad de todas esas personas. Definidos los parámetros que se quieren abordar, es posible saber qué cantidad de gente hay en un determinado lugar en un determinado momento y cuánto se demoran en entrar, o salir, o comprar una gaseosa. La IA potencia el rol de las cámaras que están aportando esa información en tiempo real y, al mismo tiempo, envía a la nube los datos que están alimentando las métricas previamente definidas, las que se querían conocer.
Esta capacidad para procesar datos que provienen de fuentes como una cámara puede aplicarse a cualquier otro dispositivo. Lo cierto es que, a medida que se amplía la infraestructura de conectividad, las posibilidades que propicia la IA para la industria de las telecomunicaciones se amplía. Y depende de dos factores: conectividad cada vez más expandida, y buena calidad de los datos. Lo que haga un país en materia de política pública influirá en gran medida en este desarrollo.
La primera edición del Indice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA) arrojó, entre diversos aspectos abordados, que Chile es el país con el mejor desempeño en infraestructura de conectividad, procesamiento de datos y disponibilidad de dispositivos tecnológicos, con un puntaje de 71,32%. Este reporte, promovido por el Centro Nacional de la IA de Chile (CENIA) con el apoyo de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL), consideró que esto es un primer paso orientado al desarrollo tecnológico de los países en este segmento. Y queda claro que aquellos que posean los mejores niveles de conectividad, tal el caso de Chile, serán los que se posicionarán mejor en el futuro. Seguramente, las operadoras de telecomunicaciones que actúen en sus latitudes, también.